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jueves, 30 de abril de 2015

Más de 1, más de 100, menos de 100 (XXXII)




Hacía ya tiempo que no encontraba un blog con encanto y que cumpliera las condiciones de esta sección: más de 1 año, más de 100 entradas publicadas y menos de 100 seguidores.

Pues bien, el otro día me encontré con el blog de Paqui de Valencia: fieltros pakiti y me pareció divino.

Siempre los miro de fin a principio y os aseguro que pasé un rato muy entretenido.

Destacaría su gusto exquisito por las telas y la gracia que tiene para combinarlas.

Lleva desde 2011 y a fecha actual tiene 88 seguidores.

Seguro que si le damos un empujoncito supera hoy los 100.

Os agradezco de antemano vuestra colaboración, sin ella esta sección -hoy cumple un año- no tendría sentido.

Si queréis ver las entradas anteriores, podéis hacerlo aquí.

Y sigo coso que te coso...

P.D. La foto es del blog de Paqui

miércoles, 29 de abril de 2015

Cojín con la letra A de Vanessa Ouache masculinizada


Como me gustan las letras de Vanessa Ouache!!! 

Pero si se trata de hacérsela para un chico, no me atrevo a usar su original.

Mi Jc que siempre está dispuesto a echar una mano, enseguida se pone y hace la versión masculina.

Me parece que está muy gracioso vestido: chaquetilla de cuello camisero con sus botoncitos.



Este cojín se lo he regalado a mi cuñado Antonio, el marido de mi hermana Conchi, es que cumplen años con tres días de diferencia y me pareció una buena idea que tengan uno cada uno.

Los tonos de la delantera son parecidos pero no iguales.

La trasera, igual que la de Conchi, para que no se peleen.


No sé si a él le hizo mucha ilusión el regalo, pero a mi hermana le encantó el conjunto.

El cojín es de 50 x 50 cm.

La letra tiene una altura aproximada de 14 cm.

Ya tengo unas cuantas letras hechas, si pincháis aquí, podéis ver las que llevo hasta ahora.

Y sigo coso que te coso...

martes, 28 de abril de 2015

Cojín con la letra C de Vanessa Ouache


Ufff!! este fotógrafo.... 

¿Ésta es la C? Quizá para un disléxico....

Que no, que la C de Vanesa Ouache es así:




Este es el cojín que le he regalado a mi hermana para su cumpleaños, y tanto mi madre como su suegra se pasaron el día dándole la vuelta.


Lleva los mismo tonos que el que hice para mi sobrina Elena.

Por detrás, un poquito de patchwork.





Y el reto era llegar a tiempo para hacerlo porque he tenido un mes un poco complicado, pero si uno quiere puede.

A mi hermana le encantó, espero que a vosotros también.

La medida del cojín es de 50 x 50 cm.

La letra tiene una altura aproximada de 14 cm.

Y sigo coso que te coso...

lunes, 27 de abril de 2015

Relatos COSOqueTEcoso (IX)

                      ¿Quieres empezar a leer desde la primera entrada? Pulsa aquí.


Entre puntada y puntada
IX

 —A ver, señoras, retírense, dejen sitio y no taponen la puerta. A un lado, que corra el aire, como en los bailes —. El doctor Ullastre se llegó hasta la vecina arrodillada—. No, usted, no. Siga apretando hasta que yo le diga, por favor.
—Luis —se hizo notar don Mauro.
—Sí, Mauro —contestó el médico rodilla en tierra.
—Has de saber que esta muchacha está en estado de buena esperanza.
—Vaya, eso complica las cosas.
—Será pa ustedes. Pa nosotras es normal— intervino la señora Casta, que sintió el respaldo de las allí reunidas.
—Sabrán éstos…

El doctor Ullastre limpió y taponó la herida, tras lo que vendó el abdomen de la Gertru. Después la auscultó y la miró el interior de los párpados.

—No ha perdido mucha sangre. Pero este vendaje aguantará poco. Hay que coser la herida. Vamos a llevarla a…
—¡La virxe! ¿Qué ye lo que pasó equí?(1).
El vozarrón del mozo de cuerdas resonó en el portal al ver tanta gente en tan reducido espacio. Un armario de dos cuerpos cegó la luz que entraba de la calle. Aquel corpachón hizo que el resto de personas que ocupaban el portal se encogieran para dar cabida al guaje. El asturiano dejó caer la soga que traía al hombro y sin mediar palabra, mas que el saludo estentóreo, intentó hacerse con la Gertru.
—Espere, espere, buen hombre. Esta mujer está herida. Un poco de delicadeza…
—Pos carru nun tengo, caballeru(2).
—No se trata de ruedas, sino de tiento, hombre. Cójala con cuidado y sin moverla mucho— ordenó el médico.
—¡Ah, bueno! —. Y aquel mocetón astur, de nombre Pelayo, levantó del suelo a Gertru como el que coge a un recién nacido. Y dando muestras de su profesionalidad añadió—. ¿Al hospital?
—No, a la casa de socorro, le van a atender mejor y está más cerca(3).
—Ah, ya. Na cai Eloy Gonzalo(4).
—Sí —confirmó el médico lacónicamente —. ¿La familia?
—Aquí —contestó la Reme—. Bueno, no, pero casi. La Gertru es persiana del mocetón este.
—Pos como m'atope yo al que-y fixo esto…(5).
—Está en Madrí sola. Bueno, no… Vive con nosotras… Yo le acompaño.
—¿Adónde vas tú con tu pierna? —se interpuso la señora Casta—. Anda, acaba de tender, que ya voy yo. Hay una tiradita hasta la casasocorro. Además eres menor. No sea que pidan algo los matasanos. ¡Ah!, y echa un vistazo al puchero, no sea que las patatas se queden sin agua. Cuando estén las retiras del fogón y las tapas. Luego las remato yo.
—Pues entonces, lleve usted mi tar… —don Mauro no terminó la frase dirigida a la señora Casta, ni tampoco el ademán para sacar algo del bolsillo interior de su chaqueta—. No, déjelo. Ya veré yo.
De madridantiguo.org
La Reme no se subió a tender ni a atender pucheros. Después de que arrearan madre y mozo cargado con la Gertru, quedó en el portal a la espera del diagnóstico que, tras el titubeo con la señora Casta, don Mauro pidió al doctor.

—Ha tenido mucha suerte esa chiquilla. Supongo que, en un acto de autodefensa, interpuso el capacho entre ella y su agresor. Y el mimbre actuó de escudo. Lo que podría haber sido una herida mortal se ha quedado en un pinchazo de un centímetro y medio o así. No ha dañado ningún órgano ni arteria importante. Y su embarazo no corre peligro alguno. Aunque hay que coser la herida , curarla y cuidarla.
—Muchas gracias, Luis. Me pasas la minuta.
—Favor con favor se paga. Y además esta gente… En fin, que nos veremos por el Casino. Eso si te acercas, que ya no se te ve el pelo por allí.
—Ando un poco desganado. Gracias de nuevo. Nos veremos.

Ya sin la protagonista, los invitados a la fiesta sobraban, así es que cada uno se fue a lo suyo. Si bien la Reme no se subió sin agradecer a don Mauro su intervención.

—Muchas gracias, don Mauro. No sé como agradecerle su medicación en este espantoso asunto.
—La medicación se la pondrán en la casa de socorro. Mi mediación no tiene importancia. Cuide a su amiga. Adiós Reme.
—Pero la policía…
—No se preocupe, en la casa de socorro darán parte. Adiós, buenos días. Me esperan en la fábrica.

Y la Reme se subió a tender sin saber que su vecino la mentía, porque don Mauro no se dirigió a la calle Caracas, sino a Eloy Gonzalo con la intención de dar su tarjeta a los sanitarios por si la policía necesitaba algo de él, ya que se sabía único testigo de lo acontecido. Si bien, tanto la señora Casta como él, supieron que era una simple excusa.

———— o O o ————


A casa no podía volver. Sería el primer lugar donde le buscarían. Ni a ninguna taberna conocida, ése era el segundo lugar de la lista. Aunque “a quién iba a importar la muerte de una sirvienta asturiana ya muerta de hambre”. A él, no. Él era un hombre de la cabeza a los pies. Aunque esos iba a usar para huir. No podía arriesgarse a tomar nada para sacarse unos cuartos. Una cosa era una paliza por coger lo que no era suyo, y otra muy distinta lo que le podía caer encima por deshacerse de una mujer, aunque fuera una golfa. “Mira que hacérselo con el señorito. Todas igual de marranas”.


Se levantó del poyete de la fuente, e hinchó el pecho al pensar en los comentarios que a esas horas correrían por el barrio. “Qué sabían pensao del Anselmo”.


———— o O o ————


Pero Anselmo se equivocaba. La noticia del día no fue la muerte de la Gertru, aunque se comentó. Primero porque no se produjo, y segundo, porque un herido nunca supera a un muerto. Y el fallecimiento, si bien se produjo lejos de Chamberí, la nueva tardó poco en viajar hasta la portería de la calle Luchana 22. Apenas medio día. El telegrama que comunicaba la muerte de su hijo a doña Virtudes(6) cayó de sus manos al desvanecerse en la puerta de su casa frente al empleado de correos que se lo entregara. Cartero que “no pudo por menos que leerlo” antes de hacerse cargo de la desfallecida. Para lo cual llamó a la portera. Una vez atendida doña Virtudes por la nueva sirvienta, cartero y portera tuvieron su aparte a través de la ventana de la portería.

De
joseoscarlopez.blogspot.com
—Amos que ocurrir a la vez —exclamó la señora Julia mientras disimulaba regando los tiestos.
—¿Cuálo?
—Pues, mira Isidro, que el señorito Luis, el muerto del telegrama, fue quien dejó embarazada a la moza que esta mañana atacaron ahí al lao, en la calle Españoleto.
—No me diga.
—Claro que le digo. Y le digo más. Ha sío el mismo. Ha sío el jodío ese del Anselmo. Si lo sabré yo.
—No pué ser —contestó el de correos—. El que disparó la escopeta ayer no pué haber llegao tan pronto aquí. Además, el telegrama habla de un accidente de caza.
—Ya, ya. Los pudientes siempre tapan sus asuntos. Lo sabré yo que sirvo de tapadera a más de uno y de una. Si esta boca hablara…
—El telegrama es de la Guardia Civil— certificó el cartero.
—Pues no pué ser casualidad—insistió la portera que no se daba por vencida.

———— o O o ————

El paso de la Gertru por la casa de socorro no fue excesivamente largo. A pesar de que la policía se personó allí para luego proceder a la denuncia, pasadas unas tres horas ya estaba de vuelta en casa de la señora Casta. Allí entre ella y la desmejorada relataron a la Reme las nuevas.

—Seguramente vendrán por aquí otra vez. Al menos para hablar con don Mauro.
—Pues no está aquí, sa ido a la fábrica —puntualizó la Reme.
—Después de acercarse a la casasocorro.
—Pues a mí me dijo…
—Ya, pero a él su corazón le dijo otra cosa.
—Bueno, ¿y tú cómo estás? —se interesó la Reme que no entendió a su madre.
—Me duele, pero na…
—Ya sabes, tiés que beber mucho líquido y moverte poco. Y en una semana nos acercamos otra vez a la casasocorro. Mira, me voy a poner a hacer un buen caldo, y va a ser pa ti entero. Anda, Reme, acércate al mercao y te traes el apaño pal caldo. Que te lo fien.
—Señora Casta, yo tengo una peseta —ofreció la Gertru.
—Pues te la guardas, que falta te va a hacer, hija.

Ese día la Gertru no iría coser a casa de doña Consuelo. Le tocó a la Reme relatar los acontecimientos a la jefa, que sólo dejó de preguntar mientras escucharon la novela.

—Y no te dejes ni un detalle, Reme.

Aunque tampoco dejaba paso a las respuestas.

—¡Madre de Dios bendito! Para haberla matado. Será sinvergüenza el guaperas ese. Rubito y mono como él solo. Pero cuenta, cuenta, que va a empezar el serial.

Así, entre puntada y puntada llegó la calurosa noche. Y por tercera vez en ese día, aunque ya fuera pasada la media noche, ocurrió una desgracia. Ésta más cotidiana, pero no menos grave.


———— o O o ————


La muerte y el amor rondan la vida. Y si no van de la mano es porque la sonrisa del segundo desagrada a la primera. Cada uno de ellos gana su batalla, pero el ser humano, hasta hoy, gana la guerra; a pesar de sí mismo. No se puede caminar solo y sin amor, como el Anselmo o el señoritingo, el que lo hace, camina hacia su propio funeral(7). Porque es el desamor quien da la mano a la muerte.

 [Continuará]

Fe de erratas
En la entrega anterior (VIIIª) decía: “El ruido del agua, al caer sobre la ya caída desde el caño que pisa la diosa Lozoya”. Es un error, la figura que pisa el caño en forma de ánfora no es una diosa, sino un hermoso joven, una alegoría del río Lozoya. Me lo ha hecho saber Ligia, y se lo agradezco. Aquí queda corregido. Gracias, Ligia.

(1) Asturiano: ¡La virgen! ¿Qué es lo que ha pasado aquí?
(2) Asturiano: Pues carro no tengo, caballero.
(3) La casa de socorro de Chamberí estaba en la calle Eloy Gonzalo antes de 1925 según un artículo de ABC del 3/9/1931. Para leerle pulsa aquí.
(4) Asturiano: En la calle Eloy Gonzalo.
(5) Asturiano: Pues como me encuentre yo al que ha hecho esto…
(6) Ligia, al emitir su voto, comentó que esperaba “que el que no se vaya ‘de rositas’ sea ‘el jodido señorito’ aunque ya esté en el olvido, porque ya sería mucho montar una historia paralela”. Pues no, no se ha ido de rositas el jodido señorito, sino de caza. Aunque es la historia del cazador cazado, jeje. Y tampoco ha habido que montar otro relato como verás. Agradezco vuestros comentarios porque me aportan “chicha” para el relato que estamos construyendo. Intentaré dar salida a todos.
(7) Walt Whitman: “Que aquel que camina sin amor una legua siquiera, camina amortajado hacia su propio funeral”. Hojas de hierba, 1855. Traduc. León Felipe.

domingo, 26 de abril de 2015

Cesta Sal Isi


Como se ven los defectos en las fotos!!!

Voy a tener que rehacer el acolchado porque me ha quedado de pena!!!

Y aunque me parece que lo he medido, está más grande que en el otro lateral.

A pesar de todo, me gusta como está quedando.

Si no habéis visto la primera fase, podéis hacerlo aquí.

Muchas gracias Isi por tu esfuerzo y dedicación.

Y sigo coso que te coso...

sábado, 25 de abril de 2015

Muñeca de trapo


Esta muñeca la hice antes de tener el blog y no os la había enseñado porque la dejé pendiente de vestuario.


Han pasado más de dos años y sigue desnuda.

El patrón es de una revista y practiqué el volumen en la cara.

Los pelos son de fieltro.

Ya no lo recuerdo, pero seguro que me costó mucho darle la vuelta a los brazos (tengo que buscar el aparatejo que hay para tal fin).

Ahora que llega la primavera le haré un vestido fresquito.

Me encantan las manazas tan enormes que tiene, quedan muy divertidas.

Tanto que le sirven de almohada si le apetece tomar el sol.



No sé si al ampliar la imagen se verán los ojos bordados, con sus pestañas en color marrón (para suavizar dureza) y su boca en rojo.

Mide 75 cm. de largo y cuando Jc me ha visto hacerlo me ha preguntado si lo hacía porque creía que iba a crecer.

Y sigo coso que te coso...

miércoles, 22 de abril de 2015

Dear Jane®

El día que me embarqué con Lola en hacer el Dear Jane, necesitaba conocer la historia, había leído cosas, y he estado investigando un poco.

Lógicamente, lo primero fue ir a la página oficial DEAR JANE®, y aquí me encuentro con una introducción que "intuyo" interesante porque mi nivel de inglés es muy malo, pero enseguida recurrí a mi hija quien, amablemente, me hizo la traducción.

Lo firma Brenda Papadakis y dice así:

Mi fascinación por Jane A. Blakely Stickle empezó hace veinte años cuando vi el quilt en el libro de D. Bister y R. Cleveland, Plain and Fancy. Como profesora de matemáticas me quedé hipnotizada inmediatamente por los diseños geométricos de los bloques y los triángulos de Jane. Sin embargo, el quilt de Jane Stickle era más que geometría. Era no-tradicional, creativo, innovador e incluso de vanguardia si queréis. Era nuevo y fascinante no sólo por lo original del diseño sino también por la composición. Desde la forma más pequeña hasta los bloques y los triángulos más grandes, para mí su disposición es pura melodía.

Hasta aquél trascendental día, me había considerado una erudita del quilt. Creía que lo había visto casi todo. ¡Qué equivocada estaba! Ojeando la fotografía del quilt, reconocía algunos de los diseños de los bloques, pero la mayoría eran nuevos para mí. Cuando una amiga me retó a reproducir esos diminutos bloques, nació el bebé Jane.

Empecé a preparar los bloques con la fotografía de Plain and Fancy, escogiendo al azar un patch-nueve o una estrella variable. Cuanto más hacía, más intrigada me quedaba. Justo cuando no podía distinguir más bloques en la fotografía del libro, recibí algunas fotografías del quilt que habían sido tomadas en el Quilt Market en Houston. Allá iba otra vez, con mi regla y mi compás.

Me empecé a involucrar personalmente con los bloques, les decía cosas bonitas y les llamaba “pequeños bebés de Jane”. En mi mente, el quilt de Jane se convirtió en la “Madre” – es su quilt, el único. Todos los demás quilts inspirados por el Quilt son “bebés”. Cada uno es único y pertenece a su creador, pero todos derivan de la “Madre”.

Para marzo de 1992, mis alumnos hablaban sobre Jane Stickle mientras hacían sus bloques, y mi fascinación sobre Jane Jane iba creciendo. Cuando Ruth Levin del museo de Bennington respondió a mi solicitud para visitar el Quilt, mi nieto Ben y yo viajamos a Vermont en julio de ese año. Pasé tres mañanas copiando el Quilt y otras tres tardes investigando la vida de Jane. Eugene Kosche, del museo de Bennington, me llevó al lugar donde estaba enterrada Jane, en Shaftsbury. Fue una experiencia muy emotiva para mí.

La información sobre Jane y su familia no se podía adquirir fácilmente. No porque la información no estuviera disponible, sino porque no había decidido la mejor manera de recuperarla. Después de pasarme dos años con los documentos del cementerio de Shaftsbury solamente, me di cuenta de que era hora de buscar ayuda adicional. Andrew Pierce de Boston y Melissa Perkins de Shaftsbury me aportaron abundante información sobre Jane y su familia.

Jane nació Jane A. Blakely el 8 de abril de 1817, hija de Erastus Blakely y Sarah (Sally) Rein. En el censo de 1830, recogido poco antes de la muerte de su padre, había siete personas viviendo en su casa, cuatro hombres y tres mujeres. Dos de las hermanas de Jane, Emily y Caroline, murieron 1823 con un mes de diferencia, a los quince y dieciséis años respectivamente. Jane, quien tenía doce años en ese momento, vivía con sus padres, su hermano Erastus, de once años, y su hermana, Sarah Ann, de diecinueve. Otros dos hombres blancos aparecían también listados en el censo, uno de quince años y otro de veinte. Quizás eran trabajadores de la granja.

Erastus Blakely escribió su testamento el 2 de octubre de 1830, tres meses antes de su muerte. Legó sus bienes personales a su “amada esposa Sally Blakely”, para ser usados “según su juicio para su debido bienestar y el de su familia”. Sus propiedades consistían en dieciséis acres con edificios y dependencias, incluyendo una herrería y una gran variedad de carros y carretas sin acabar, valorados en 1800 dólares. Es interesante apuntar que en la lista de mobiliario del hogar incluía dos quilts valorados en cinco dólares.

El matrimonio de Jane con Walter A. Stickle se supone del censo de 1850, el cual le considera cabeza de familia. No aparece ningún hijo propio de Jane y Walter. Sin embargo, según los documentos de la escuela de Shaftsbury se asume que tenían la tutela de al menos tres niños.

En los años 1860, Jane es listada en el censo como “viviendo sola”. Su profesión era granjera y tenía 43 años. Su marido Walter vivía con su cuñado Erastus, puede que fuera una disposición temporal para ayudar con la plantación o con la reparación del equipamiento de la granja.

Fuera cual fuera la razón para su separación, Walter y Jane aparecen juntos en el censo de 1870, con una granja y una criada, Sarah Bump. Desafortunadamente, se vieron abocados a la quiebra en 1877. Para la muerte de Walter el 19 de febrero de 1883, él y Jane vivían de huéspedes en casa de Georgia y Eveline Eddy.

¿Qué hizo Jane todos esos años sin Walter y el resto de su familia? Sabemos que terminó el Quilt en 1863. Me la imagino sentada en el porche en una mecedora, creando uno de sus maravillosos quilts. Puede que algún día los encontremos, escondidos en un viejo baúl, llevando esa preciosa firma, “Jane A. Stickle”.

Jane vivía todavía como huésped cuando murió el 2 de marzo de 1896, a la edad de 79 años. Fue enterrada con su hermano y su familia en el cementerio de Shaftsbury, bajando la calle donde había vivido toda su vida. He oído que su antiguo hogar en la Route 7 está a la venta. Quizás viviré allí algún día…

- Brenda.

Ya llevamos 23 años haciendo reproducciones de esta joya que se compone de:

169 bloques numerados de la A a la J y del 1 al 13
  56 triángulos de tela que simulan árboles
  60 triángulos de patchwork
    4 esquinas

En total 289 bloques y 5.602 piezas.

¿Sabéis cual es el bloque con mayor número de piezas?

¿Alguna curiosidad?

Me encantaría saber más....

Creo que hacerlo es el mejor master que podemos realizar las que nos gusta el patchwork, no hay que tener miedo, nadie nos va a controlar el tiempo que dedicamos a hacer cada bloque, lo importante es disfrutarlo mientras lo hacemos.

Y sigo coso que te coso...

lunes, 20 de abril de 2015

Relatos de CosoQUEteCOSO (VIII)

Si quieres leer desde la primera entrega pincha aquí.

Entre puntada y puntada
VIII
Según vuestros votos que se editan al pie



Google maps, composición propia
En el momento en que las dos miradas masculinas confluyeron en Gertru, los acontecimientos se precipitaron. Don Mauro, desde el último rellano de la escalera por bajar, observó, estorbado por Gertru, cómo alguien salía precipitada y mágicamente de la pared derecha del portal. Por su parte, Gertru vio como alguien se le echaba encima salido de la nada. Antes de recibir el navajazo, reconoció a su novio. Pero no le dio tiempo ni a sorprenderse. Un dolor intenso en el abdomen le hizo doblarse. Antes de que llegara al suelo, el atacante ya estaba en el umbral de la puerta de la calle. Mientras, don Mauro intentaba sostener a la herida. La tendió con delicadeza en el suelo de barro cocido, sin preocuparse de Anselmo. Después de quitarse la chaqueta, la usó a modo de almohada, y tras retirar el capacho que Gertru mantenía apretado contra su abdomen, don Mauro observó la sangre que manaba de la herida. Se deshizo el nudo del corbatín y se loentregó.
—No se mueva chiquilla. Use esto para apretar sobre la herida, mientras voy a llamar. Apriete fuerte.
Pero Gertru no se quedó sola, el ruido del ataque llamó la atención en el despacho de leche y varias mujeres se llegaron hasta ella con gritos, aspavientos, recuerdos y llamadas a Dios y a la Virgen Santa. La sangre es muy escandalosa. La más echada para delante se hizo cargo del corbatín porque Gertru se había desvanecido. Lo desechó y se quitó el mantón que fue a parar la sangre. Don Mauro, en vez de actuar, organizó al grupo de mujeres. Era un hombre más dotado para la dirección que para la acción.

—Vamos a ver señoras, un minuto de silencio. Una de ustedes debe acercarse a casa del doctor Ullastre, vive junto a los telares, tiene placa en el portal porque allí pasa consulta. Y otra que suba a la plaza y avise a algún policía que habrá en la Junta de Distrito, si no se encuentra uno antes. 

Las clientas de la lechería susurraban y se miraban unas a otras con mirada inquisitiva, y alguna hasta preguntó de viva voz a la convecina si sabía leer.

—Venga corran, ahora la leche es lo de menos —malinterpretó don Mauro los susurros—. Vamos, corran.

Después de unos momentos de caos en el que se decidió quien sabía leer y quien no, dos mujeres salieron del portal, una, la analfabeta, se dirigió hacia arriba de camino a la plaza de Chamberí y en busca de algún policía; la otra hacia abajo, a leer la placa en el portal del doctor. Las que se quedaron, también analfabetas, junto con la familia de vaqueros hicieron el tercer grado a don Mauro. 

—Si, sí. Todo a su tiempo —. Confirmó don Mauro, para luego negar—. No, no he reconocido al agresor, no.
—Esto es cosa del Anselmo, seguro. Tié mu mala sangre —comentó la Patro —. Cuando le solté lo de la Gertru, no se lo tomó mu acá. 
—Sí, andaba detrás de algo. O eso dicen por ahí. 
—¿Quién es ese Anselmo y qué le contó usted? —preguntó el chocolatero.
—Pos el novio. ¿Quién va a ser? Bueno, novio, novio… —dejó en suspenso la vaquera.
—¿Sabe usté? —aclaró la Patro—. El que le sacaba las pocas perras que la señá Virtudes la pagaba. Eso es lo que es. La guapura no envuelve nada bueno a veces, no señor. Anda que rajar a una embarazada…
—¿Está embarazada? —se sorprendió don Mauro.
—Claro, del señorito Luis, no del Anselmo. No se crea —lo que dejaba claro que el embarazo no era consentido, según la señora Marcelina. Aunque a don Mauro esa información terminó por hacerle un lío.

Las voces y el tumulto, hicieron salir a los vecinos, entre ellos a la señora Casta y a la Reme que se enteraron porque al tender, la madre fue informada por una vecina de que: “Algo ha pasao, son muchos gritos pa estas horas, Casta”.
—Anda baja, Reme. Tenteras y nos lo cuentas. Anda hija, ve.

Mientras la Reme bajaba las escaleras, al vecino del principal le pasaron por la mente momentos que había tenido retenidos en la trastienda de la vida, allí donde sólo se entra a sufrir, donde el dolor nos trae las caras de los seres perdidos, imágenes que nunca se oxidan. Una sangre le trajo la otra y vio a su Adela desangrada sobre la cama mientras el lloro de un bebé le reclamaba como padre. Aquel ángel, tendido sobre el piso del portal, era igual al que perdiera para ganar otro. La diferencia estribaba en que la Gertru podría no dar su fruto.   

El grito de la Reme le sacó de cuajo de sus temores y le metió en otros más ajenos.

———— o O o ————

Anselmo corría como loco. Zigzagueó entre carros, carretas y tranvías por Santa Engracia, corrió calle abajo y dejó la principal por la de Nicasio Gallego. Sin darse ni cuenta se vio en la plaza de los Chisperos. Sus labios repetían un “no, no, no” mecánico y sordo, mientras su puño asía con fuerza desmedida la cacha de la navaja. Cuando fue consciente de ello, la plegó y sin mucho acierto la introdujo en el bolsillo de su pantalón. Acaso por la inercia, se dirigió hacia su calle, Palafox. Una vez allí, cansado, se apoyó de manos sobre el escaparate de un comercio y resopló hacia la luna. Tomado el resuello, se subió los pantalones como un acto reflejo, y al mirar hacia delante, se horrorizó. A pesar del calor, del sudor y del cansancio, volvió a correr. Torció por la calle Hartzenbusch perseguido por las huellas de sangre vistas en el cristal. La letanía del “no, no, no”, trocó en la de “¡Dios mío! ¡Dios mío!”. No se atrevía a mirarse las manos. Ya corría calle Cardenal Cisneros arriba. A la altura de la calle Viriato, tomó hacia Bravo Murillo. Y enfiló la gran calle hacia el norte. Alcanzado el antiguo Campo de guardias, no pudo más. Con las manos separadas del cuerpo y la sensación de impropiedad se sentó en el murete de la Fuente del Canal, apodada la fuente de los patos.
De visitandomadrid.wordpress.com
 El ruido del agua, al caer sobre la ya caída desde el caño que pisa la diosa Lozoya, le devolvió a la realidad. Mientras las tres alegorías le miraban sin verle, zambulló las manos en el frescor del agua y las restregó con rabia. La sangre se mezcló suavemente con el agua y desapareció. Y fue como si también se diluyera su conciencia. 

—Bueno, ya está hecho. El honor del Anselmo ya vuelve a tener crédito. ¡Qué sabían pensao!

Aunque al verse el puño izquierdo de la blusa, tan desgastado como sucio, el color de la sangre le produjo un respingo.

———— o O o ————

Al ver que su hija no subía, la señora Casta se asomó al hueco de la escalera. No pudo ver nada, tan solo el tejadillo de la portería, ahora vacante. Algo oscuro. Pero sí le llegaron las quejas y los llantos. No le auguraron nada bueno. Por ello y sin cerrar la puerta se puso a bajar las escaleras lo más rápido que pudo. De alguna manera, a la señora Casta no le venía el nombre por la abstinencia sexual, sino más bien por lo del galgo, al ser hija de guardia civil. Llegó al portal sin resuello. Hubo de tomar aire agarrada a la bola que coronaba el inicio del pasamanos sin querer mirar, pero mirando, el cuadro confuso que se representaba en el portal. La Reme, al verla, le dio la noticia con los ojos anegados por las lágrimas, suceso que su madre ya entreveía.

De www.fotomadrid.com
—Es la Gertru. El Anselmo la ha rajao, madre. La ha rajao —y se intentó echar en los brazos maternos. Pero la señora Casta sabía perfectamente quien la necesitaba y se dirigió al pequeño grupo que rodeaba a la pobre Gertru.
—Bueno, ¿y ustedes a qué narices esperan para llevarla a la casasocorro o buscar un mozo de cuerdas(1) para que la lleve?
—Ya he mandado llamar a un médico señora Casta. Estará al venir —intervino don Mauro—. Y esta amable señora está taponando la herida con su propio mantón. ¡Ah!, y también he mandado recado a la policía, no se preocupe.
—¿Que no me preocupe, dice usté, don Mauro? Desde questa —señaló a la llorosa Reme— me metió en casa a esotra, ya tengo dos pa preocuparme—la señora Casta se arrodilló y acarició la mejilla de la esotra—. El segundo día y mire usté… —y rompió a llorar—. Me lan desgraciao —aunque enseguida se rehizo—. Bueno, ¿y ese médico dónde está?
—Aquí —dijo el doctor Ullastre maletín en ristre, según entraba entraba en el portal.

 [Continuará]


(1) El mozo de cuerdas, cuya denominación viene de la cuerda con la que se ayudaban para el acarreo de los objetos, es el predecesor de las empresas de mensajería y mudanzas actuales o protección civil, entre otras. Lo mismo porteaban muebles, enseres y ropa, que acercaban los heridos a los hospitales o casas de socorro, cuando no tenían que sacar a los borrachos de las fuentes. También eran recaderos, controladores de animales sueltos, ayudantes de policía, etc... Incluso barqueros, sí, barqueros. Estuvieron regulados por el Ayuntamiento de Madrid desde 1844 y desaparecieron progresivamente a partir de 1930. El mozo de estación fue la única rama que sobrevivió hasta finales del siglo pasado aproximadamente. Para más información pinchar aquí


RESULTADO DE LA VOTACIÓN POR ORDEN DE LLEGADA DE VOTOS
GRACIAS A TODOS POR PARTICIPAR EN EL PROYECTO
LAS SUGERENCIAS TENDRÁN ECO EN EL RELATO DE UNA U OTRA FORMA.

Beatriz: 1
“yo creo que no hace nada, al ver al otro hombre se marcha porque como dicen por aquí "es un bragas" sólo le mueve el vino y los indefensos”.

Maritza: 2
“pienso que es la 2ª opción”.

Ligia: 2
“Ya te dije en los comentarios que estaba muy interesante la historia en este momento. No sé si ya será el oportuno para que Anselmo ataque a la Gertru, ahora que empieza a estar feliz, o quizá haya que darle una oportunidad de que hable con ella primero, aunque seguro que la convence rápido... En el caso de que la ataque, yo cogería la opción 2, que no la mate, por Dios, que se nos acaba la historia...”.

Jeru: 3
“Yo creo que: 3ª Anselmo ataca a Gertru, no la mata, pero sí a su futuro bebé. Más que nada por descarte. Ya te he dicho en el comentario que para mí estaba claro, la mataba, pero entonces se perdería un poco la historia; es demasiado pronto para cargársela (en mi opinión) a menos que nos tengas un giro total reservado. Si, por otro lado, no hace nada, qué sosería, ¿no? A no ser, otra vez, que nos tengas algo reservado, igual no la mata a ella, pero se mete por medio Mauro y se lo carga a él. ¡Oye! Esa es buena”.

Mary Carmen: 1
“EL Anselmo se va sin hacer nada. Es un cobarde que no afronta los problemas”.

Arya: Otra opción.
“Yo por proponer diría que el Anselmo va a atacar a la Gertru, don Mauro se pone delante y al final don Mauro después de llevarse un buen tortazo (o lo que estimes oportuno) manda al Anselmo al hospital.” 

Nita: medio voto a 2 y medio voto a 3.
“Cualquier opción sería buena para seguir la historia, excepto la 4ª nos quedaríamos sin protagonista, cuando lo es desde el principio. Voto por la segunda opción sería muy buena y abre camino a Don Mauro como su salvador. Peeeeeeeero si va a ser su salvador con doble sentido es mejor la tercera”. 

Raúl: 2
“Opción 2ª”.

Oki: 1
“La verdad es que me gustaría un relato que no fuera el típico, pero si nos cargamos a Gertru ahora nos quedamos sin la prota femenina, así que me parece que lo más diferente podría ser que Anselmo al final se largue sin hacer nada, vamos que se "acojona" o que se cruza "alguna cosa" cuando ya iba a atacar...” Opción 1ª.

María MR: 1 
“Yo voto. 1ª Anselmo se va sin hacer nada”.

Amanda: 2
"Anselmo ataca a Gertru,  pero no la mata y como soy muy romanticona ahí tenemos a D. Mauro que la defiende y se queda prendado de ella".

su JC: 2
"Prometí votar, y voto la opción 2".

RESULTADO:
Opción 1ª: 4 votos.
Opción 2ª: 5,5 votos. GANADORA.
Opción 3ª: 1,5 votos.
Otra: 1 voto.
Total votos emitidos: 12.

domingo, 19 de abril de 2015

El lado bueno de las cosas


Tengo fama en casa de no ver el vaso medio lleno, yo lo veo rebosando, qué le vamos a hacer....

En todas las situaciones busco el lado positivo, bueno la verdad es que ni le busco, es que siempre lo hay.

Como ya sabéis ha estado mi padre en el hospital tres semanas. La última, apareció por la habitación la coordinadora de la Asociación del cáncer para ofrecerle a mi padre participar en una sesión de manualidades. El torció un poco el gesto, y se me ocurrió proponer que quizá le gustara más dar a él la clase.

Dicho y hecho. 

El lleva años haciendo cinturones con las chapas de los refrescos, y como le encanta regalarlos, ya tenía material en la habitación para ajustarlos a la medida de cada médica, enfermera, auxiliar...

Se pasó la mañana preparando su clase y después disfrutó de lo lindo impartiéndola.


Con que poquito podemos ser felices.

Bueno y deciros que ya está en casa y le estoy convenciendo para que vaya una vez al mes como voluntario porque él tiene mucho que aportar.

Tengo mucha suerte de tener unos padres tan fuertes y valientes. Os quiero mucho.

La entrada de hoy, Mateo, va por ti.

Y sigo coso que te coso...

sábado, 18 de abril de 2015

Monstruito


La verdad es que yo quería hacer un monstruito con encanto, pero me ha salido un "muñeco feo" como le ha bautizado mi fotógrafo particular cuando ha hecho la foto.

Cuatro pelos, los brazos de capa caída, las piernas de aquella manera....

En fin, que lo hice el sábado pasado en un arrebato de los míos pero debía tener la cabeza en otro sitio, seguro que si.

Pero llevaba tanto tiempo queriendo hacer uno, que no sé si repetir hasta que me salga algo decente o dedicarme a otra cosa.

En ello estoy...

Y sigo coso que te coso...

jueves, 16 de abril de 2015

Esculturas con plásticos


Para los amantes de las manualidades, me pasó mi hijo un enlace para disfrutar las cosas que se pueden hacer con plásticos.

Os traigo un par de imágenes:



Si queréis ver más, pinchad aquí.

Vamos a tener que vivir siete vidas como los gatos solo para ver tanta maravilla.

Y sigo coso que te coso...

lunes, 13 de abril de 2015

Relatos de COSOqueTEcoso (VII)

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No olvides leer la nota del autor a pie de página. Gracias.


Entre puntada y puntada
VII

Todos los días pasan y todos los días llegan. Hasta los que se repiten machaconamente. Hoy es siempre todavía(1). Y éste no era distinto para los habituales del sotabanco de Españoleto, incluida la Gertru: Despertar, asearse, vestirse, desayunarse, fregar, hacer la cama, limpiar, lavar, tender, comprar, cocinar, trabajar… Y este día no prometía otras cosas. Las diferencias, las novedades corren por nuestra cuenta. Ni el sol, con todo su poder, es capaz de cambiar un día cualquiera. La vida nos debe la intriga, la imaginación, la ingenuidad de querer cambiar el mundo. Todo ello si no tienes que sobrevivir, porque, si es así, sobran las palabras. Como era el caso de Anselmo, tomador de todo menos del rumbo de su vida, existencia que a falta de voluntad propia, se dejaba llevar por otras o, quizá, por el qué dirán. En fin, que salvo el despertar, el resto de tareas cotidianas no las compartía con los antes citados, y este día ni eso. Su buhardilla, típica casa de dormir(2) pero particular, en el cuarto piso de la calle Palafox número once, habría agradecido, como el señor Jesús y él mismo dirían: Una mano (o dos) femenina; como si los varones no tuvieran manos, sino sólo cojones, que a veces uno piensa que es así.

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© Alfredo Alcain.
Anselmo iba camino de su buhardilla tan iracundo como desaliñado. Pasar la noche en blanco para no estar sin blanca, embozado en la oscuridad y agarrado al tinto, se paga. Mientras el cansancio tiraba de él hacia la cama, el alcohol le convencía para acercarse a la calle Españoleto. El alcohol le susurraba al oído: “Que no se rían del Anselmo”. Palabras que terminaron por torcer sus pasos y encaminarlo hacia el nuevo domicilio de Gertru.  En vez de girar por Eloy Gonzalo, siguió recto, cruzó la plaza de Chamberí y se llegó donde no debería haber ido. El portal número cuatro estaba entre una vaquería(3)  y un colmado. La tienda de ultramarinos abría más tarde, pero el despacho de leche estaba ya abierto al público. Entró en la lechería, con puerta al portal, y observó que esa puerta estaba abierta con el fin de crear corriente y que el calor del ganado se disipara. Aunque realmente lo que se conseguía era aromatizar portal y escalera con los efluvios del ganado y sus circunstancias. Las parroquianas hacían cola para comprar su cuartillo de leche. Anselmo, a riesgo de llamar la atención por su sexo, se apoyó en el quicio de la puerta abierta a la derecha del despacho de leche. Desde allí podía ver todo el portal y el primer tramo de la escalera de madera. Sacó un palillo del bolsillo del ajado chaleco y se lo metió en la boca. No esperaba, ni deseaba nada, si acaso ver a Gertru, aunque la ira cada vez le crispaba y le cegaba más las entendederas: “Que no se rían del Anselmo”.  

———— o O o ————

—Hoy bajo yo a por el pan —propuso Gertru—. ¿Eso sí me lo dejaréis hacer, no?
—Bien está —contestó la señora Casta, que llamó a voces a su hija—¡Reme!
—Qué, madre.
—Dale dinero a ésta pal pan. Que sa ofrecío pa ir a comprarlo.
—Toma —salió Reme de su habitación—. Pero tiés que comprarlo en la Flor, en Argensola, si no a mi padre le da un suponcio.

De http://www.panoramio.com/photo/102638367, modificada

—Sí, sé donde. A veces doña Virtudes me mandaba allí a comprarlo.
—Pero no comprarías pa ellos el negro.
—¿Compro el de centeno entonces, señora Casta?
—Claro, hija. Este julio parece enero, por la cuesta. Y basta de darle a la mui, que cuanto antes vayas, antes desayunaremos. ¡Ah! Y de paso te subes dos cuartillos de leche de aquí abajo. Di ques pa nosotros, sino te la bautizan.

Pertrechada con el capacho que contenía la lechera, Gertru se despidió. Ya en la escalera los suspiros arreciaron según la bajaba. Pero al llegar al segundo pensó en la familia que dejaba arriba y una pequeña sonrisa borró el rictus de severidad que mantenía desde la pérdida de su anterior empleo. Y, ya en el primero, esa sonrisa dejó paso a un canturreo aprendido en su pueblo natal: Cuatro pañuelucos tengo, olé, olé, y los cuatro son de seda…(4).

———— o O o ————

—Hoy no vendré a comer, Servanda. Tengo mucho trabajo atrasado en la fábrica.
—Pues sí que se va temprano el señor. Pero llévese algo, que lo hay.
—No. Comeré en la fábrica.
—Pero si le pilla a dos pasos.
—Dos pasos que me harían perder el tiempo y el hilo.
—¿Entonces, despierto a Juanín, don Mauro?
—No, déjele dormir. Ayer le oí trastear hasta tarde. Le tiene usted muy consentido.
—Y usted, si me lo permite, es muy exigente con él. Es muy pequeñín.
—Bueno, no es momento, Servanda. Hasta la noche.
—Adiós, señor, que tenga un buen día.

Por la escalera, don Mauro ya había conectado con la fábrica, por eso no oyó el canturreo que llevaba Gertru, que un segundo antes había pasado ante su puerta con los cuatro pañuelucos y la media sonrisa.

———— o O o ————

En el momento en que las dos miradas masculinas confluyeron en Gertru, una por delante y la otra por detrás, los acontecimientos se precipitaron. Don Mauro, desde el último rellano de la escalera por bajar, observó, estorbado por la joven, cómo alguien salía precipitada y mágicamente de la pared derecha del portal.

 [Continuará]



(1) Antonio Machado.
(2) De Barquillo a Chueca,  Tansformación  y glamour de un barrio madrileño. Bernardo Veksler. Ed. Vision Net, 2005. Pág. 123:

(3) El 1 de Septiembre de 1964 (04-08-1964 Decreto de la Presidencia del Gobierno( se prohibió en Madrid la venta al público de la leche reconstituida. Aunque entre el 1 de noviembre y el 30 de diciembre fue cuando la leche destinada al consumo directo por los madrileños debería estar pasteurizada y envasada y proceder de Centrales Lecheras u otros centros de higienización autorizados. Fuente www.hemeroteca.abc.es.

(4) Canción popular asturiana.


Nota del autor:
Como creo que son los lectores aquéllos que dan vida a una historia escrita, y como creo que vuestro consejo me servirá para seguir con estas entregas, habréis de involucraros en su desarrollo. Me gustaría que participarais votando por una de las opciones que deja la situación donde se ha quedado:

1ª Anselmo se va sin hacer nada.
2ª Anselmo ataca a Gertru, pero no la mata.
3ª Anselmo ataca a Gertru, no la mata, pero sí a su futuro bebé.
4ª Anselmo mata a Gertru.
5ª Propón tú lo que quieras, aunque como la votación es secreta, pocos  coincidirán contigo, jeje. Pero me darás ideas.

Vosotros decidís. Y en el caso de que no lo hagáis, como yo también votaré, me tocará a mí continuar, pero no os lo perdonaré, jeje.

Para votar, y que no os influyáis unos a otros, pinchad aquí (o envía tu voto a este correro relatoscosoquetecoso@gmail.com) para emitir vuestro voto a través de un correo electrónico que sólo conoceré yo. Y hacedlo cuanto antes para que me dé tiempo a hilvanar la historia según el resultado de la votación. Muchas gracias.

El resultado  de la votación se publicará tras la octava entrega, es decir, se conocerá la votación después de que hayáis leído la VIIIª entrega, si no, no habría intriga. Gracias por colaborar.